La Unión Patriótica nació como opción política a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) durante las negociaciones que se iniciaron entre el gobierno de Belisario Betancourt y el grupo insurgente en la década de los 80, fue pactado en los “Acuerdos de la Uribe” y dio inicio a la reincorporación de los guerrilleros a la vida civil y política. Para aquel entonces, el presidente Betancourt propuso un diálogo nacional que dio el espacio para generar un nuevo movimiento y partido político que incluía voceros de las FARC e integrantes del Partido Comunista Colombiano (PCC), como de movimientos sindicalistas y algunos líderes regionales. Desde sus inicios tuvieron gran oposición por algunos miembros del Estado, las Fuerzas Militares y movimientos paramilitares que tomaban fuerza en algunas partes del país.
Aida Avella en una entrevista que nos concedió en 2016 narró que la UP “nació en 1985 en un proceso de paz en el que la insurgencia venía hacer política y los que venían dejaban las armas. Entre los compromisos iniciales estaba la conformación del partido político y así fue como participamos en las elecciones de 1986”
En sus inicios buscaba reformas políticas democráticas, sociales y económicas, como una reforma agraria, nacionalización de los recursos naturales y un modelo económico nacional separado del capitalismo global. Para ese momento La Unión Patriótica, logró algo inesperado para las elecciones del 25 de mayo de 1986, teniendo la mayor participación política dentro de varias regiones en Colombia, sus candidatos alcanzaron votaciones altísimas en zonas de alta influencia de las FARC como Magdalena medio y el Urabá antioqueño y cordobés, dejando elegidos a 5 senadores, 9 representantes, 14 diputados, 351 concejales y 23 alcaldes, además de poner a Jaime Pardo Leal en el tercer lugar de las votaciones presidenciales, en esa oportunidad la presidencia la ganó el liberal Virgilio Barco.
La alta tasa de votación hacia la UP significó también el comienzo del genocidio, sistemáticamente fueron desapareciendo y siendo asesinados varios de sus líderes y militantes, lo que provocó la emigración a otros países de otros tantos representantes y familias que pertenecían al este movimiento,
Aida Avella cuenta que esto representó “una preocupación muy grande a la clase de política de este país, haber desplazado a 15 de sus parlamentarios fue el gran delito de la Unión Patriótica, compitiendo en el plano que ellos habían puesto, bajo las reglas que ellos habían puesto, entonces empieza la matanza con el baile rojo, que fue un operativo militar y por supuesto que también utilizaron paramilitares, el baile rojo era asesinar a todos los que salieran elegidos, y lo lograron. Sin embargo nosotros seguimos”
Desde 1986, con el asesinato de Leonardo Posada en Barrancabermeja se desencadenó la muerte sobre las siguientes victimas, incluyendo al candidato presidencial Jaime Pardo Leal, quien fue asesinado frente a su familia. Esto inició un recorrido rápido hacia el casi exterminio del partido político, es difícil calcular la cantidad exacta de muertos que ha tenido desde su creación, pero solamente en el primer año se registraron 300 muertes de militantes y simpatizantes de la UP, el ascenso que este tuvo en sus primeras elecciones, no tuvo trascendencia, pues cada miembro elegido firmaba una sentencia de muerte. Las primeras masacres no se hicieron esperar, el departamento del Meta en el corregimiento de Vista Hermosa vio morir a 17 militantes del movimiento y otros 300 alrededor entre 1986 y 1988.
Álvaro Salazar, otro ex integrante de la UP y de las FARC, agrega en uno de los apartes del libro de Dudley que “Jacobo (Arenas) nunca quiso que el partido fuera más que la apertura de un espacio político para el movimiento militar. Esto hacía parte del plan de guerra. «Éramos el batallón de sacrificio de tal manera que pudieran justificar su guerra. Éramos los desechables”. Esto explica que frente a los asesinatos que se estaban presentando las FARC retiraran sus voceros del partido y rompiera los acuerdos de paz de la época, dejando a los líderes populares solos.
Para Aida Avella la tragedia fue mayor, vivió en carne propia la violencia después de un atentado contra su vida, entendió que debía irse así no quisiera y tuvo que ser exiliada por varios años, un dolor que la mantuvo lejos de su país mientras el genocidio continuaba “Yo estuve representando a la UP en la asamblea del 91 y las actas de la Asamblea nacional constituyente están regadas con la sangre del genocidio. casi todos los días había una denuncia sobre las personas que acababan de matar. Fue un verdadero drama, una tragedia nacional, una tragedia política y también tragedias de carácter personal”
Para el año 2013 el Consejo de Estado devuelve la personería jurídica a la Unión Patriótica, perdida luego de las elecciones de 2002 donde no tuvo mayor representación en el Congreso. En julio de 2013 se admite que debido al exterminio sistemático de sus militantes y líderes políticos no pudo tener tal representación para dichas elecciones legislativas.
Aida recuerda que “en el 2002 resuelven quitarnos la personería jurídica porque no teníamos votos y no teníamos porque al candidato que sacábamos lo mataban y por eso decidimos no sacar más candidatos, era una guerra del Estado contra nosotros, los paramilitares se convirtieron en la sexta brigada”
«Mataron a dirigentes nacionales, distritales, municipales y sindicales que eran de la UP. Defensores de derechos humanos, periodistas, abogados, ahí cayó mucha gente. Miles y miles de nuestros militantes, un poco más de 4.000. Tenemos más de 520 desaparecidos, a la mayoría no los encontramos y fueron desapariciones forzosas por agentes del Estado y tenemos muchísima gente desterrada, en el exilio”
Aida Avella
Este movimiento político se considera como uno de los más grandes de Colombia, su tiempo de gloria no fue mucho y la fuerza del diálogo nacional no tuvo la capacidad para acabar con la violencia en el país. Un poder político que conllevaba ideas de cambio y políticas sociales aún necesarias en la actualidad.
El casi exterminio de sus integrantes hizo que el partido perdiera fuerza durante años. Unas décadas después de la creación de la UP, aún se viven las consecuencias de la falta de una oposición sólida, sin embargo, al primer aviso y creación de alguna, rememoramos la historia y las muertes no cesan. Colombia sigue amarrada a extremos, a los intereses de unos pocos y a la estigmatización de todo aquel que quiera cambiar al país.
Para finalizar este informe me quedo con dos frases de Aida, la primera es una en la que dice “Puede volverse a cometer y someternos a otra generación a la guerra” tristemente, somos esa generación de la que habla Aida Avella, esa generación a la que quieren volver a condenar a las desapariciones, desmembramientos, falsos positivos judiciales, asesinatos. La segunda frase me devuelve un poco la esperanza “Los jóvenes salvaron la asamblea nacional constituyente del 91 cuando salían todas las universidades” y si ya una vez los jóvenes salvaron una pequeña parte de su presente y parte de su futuro, tal vez, aún exista la posibilidad de salvar el nuestro.