Periodista: Eliana González
La lluvia alcanzaba la tarde y los cuerpos mojados se resguardaban en el rincón de las aceras, a lo lejos se divisaba la cafetería Romannoti; el punto de encuentro. En menos de un minuto estuve en el interior del lugar.
Unos quince minutos después, cuando cesó la lluvia, Elizabeth Castillo atravesó la puerta, sacudió su sombrilla con fuerza y se introdujo en la cafetería. Con su dedo índice me señaló para confirmar si era yo quien días antes le había pedido una entrevista, con un gesto amistoso levante la mano y enseguida llegó a la mesa que yo ocupaba.
Todo se desarrolló en una cálida conversación que me llevaría a hondar en su vida. Elizabeth Castillo empezó contando la experiencia de sus primeros años cómo mamá siendo una mujer lesbiana, “Cuando yo tenía 23 años, la única lesbiana en Manizales era yo, y también era la única mamá lesbiana y eso se mantuvo por años, yo suponía que era la única mamá lesbiana que había en no sé cuántos miles de kilómetros a la redonda”.
Es por esta razón, ya estando radicada en Bogotá, que años después en compañía de otra mamá decidieron crear un espacio de apoyo y diálogo para madres lesbianas, en los que ha acompañado, escuchado y asesorado jurídicamente a una cantidad de mamás que resulta difícil contar. Se reúnen cada dos semanas y siempre son madres diferentes las que van, solo muy pocas han sido constantes a lo largo de estos años.
Para Elizabeth la figura de su padre ha sido una de las fuentes de apoyo familiar más significativas en su vida, la relación entre los dos siempre ha estado marcada por el entendimiento y la comprensión. Inmediatamente después de que le preguntó por la relación con su papá, la sorprende la pregunta. Elizabeth, aunque es una mujer que habla y lucha libremente por los derechos LGTBIQ, sigue siendo muy reservada con temas que conciernen a su familia.
Su expresión en el rostro se vuelve nostálgica, su ceño se frunce con cariño y empieza a hablar con un enorme respeto. No le disgusta la pregunta, sino que inmediatamente su mente tiene que sumergirse en los recuerdos de la estrecha relación que tiene con su padre y eso causa un silencio por varios segundos mientras busca las palabras.
“Mi papá lo que me ha dejado, y no tiene pierde es que me ama como soy, tal cual; por eso no tengo duda de que Dios me ama. Sí mi papá que es imperfecto, humano, que ha vivido, bebido y hecho y deshecho. Que hoy en día es un hombre muy juicioso y muy santo frente a su actitud frente a la vida, pero de que fue desordenado; fue desordenado. Y si mi papá me ama como me ama, no me cabe la menor duda de que Dios me ama… Mi papá siempre me lo ha dicho: “yo te amo tal y como eres, yo no quiero que cambies para nada, me siento muy orgulloso de ti”. Sí, tenemos una muy buena relación”
Cuando nació su hijo aún no se había identificado como lesbiana, Elizabeth sabía que gustaba de otras mujeres, pero aún no se etiquetaba como homosexual. Esta transición vendría tiempo después. “Yo vivía entre Manizales y Bogotá, viajaba mucho por razones de trabajo. Entonces realmente nos veíamos todos los fines de semana, pero ya es a los diez años que hablamos del tema, le digo que soy lesbiana, hablamos y él ya sabía lo que era ser lesbiana.
Luego obviamente lloró y obviamente lloré, porque es un momento emocionalmente fuerte. Pero finalmente me dijo: ¿Tu eres feliz? Y le dije sí, soy muy feliz, y me dijo si tú eres feliz yo no tengo problema con el tema, además que él conocía a mi pareja en ese momento, con la que vivimos varios años y a la que él le dice mi segunda madre”.
Elizabeth cuenta cómo, Leandro, su hijo a la edad de 12 años le dijo muy decidido: “Mamá yo voy a ir a la marcha”. Elizabeth le dijo: “No señor, usted a qué va a ir por allá” a lo que Leandro respondió: “es que yo no te estoy preguntando que si me dejas ir, te estoy diciendo, yo voy a ir a la marcha porque yo creo que tengo que estar ahí” y esa fue a la primera marcha a la que el hijo de Elizabeth fue y de ahí en adelante no se ha perdido ninguna.
Nacida en 1970 es una mujer de ideales definidos, con convicciones muy marcadas. Aprovecha los comentarios hostiles provenientes de la sociedad, para dar a conocer sus ideas, para debatir y hacer públicas sus afirmaciones. Es respetuosa pero contundente. La primera impresión que da es de una mujer que puede llegar a intimidar por su capacidad oratoria, al mismo tiempo es divertida y agradable.
Es fervorosamente católica, sigue a su religión con respeto; va a misa los domingos y hace el rosario continuamente, a pesar del constante rechazo de la iglesia ella creció en el seno de una familia católica y sus tradiciones tienen una importancia muy relevante en su vida. “Yo soy católica, lo que no es nada fácil, con el estado de agresividad verbal tan bárbaro que tiene la iglesia católica en todas sus estructuras, no es fácil, pero yo soy católica y lo seguiré siendo, estoy convencida de mi religiosidad y de que mi conexión con el espíritu viene a través de la iglesia de la que he hecho parte desde chiquita”.
No pude evitar preguntarle por la foto en la que lleva una camiseta puesta, con la frase: “soy homosexual, tengo hijos, soy católica” en su cara se formó una sonrisa pícara, como quien ha hecho una travesura que ha salido muy bien, de inmediato surgen las ganas de contar la anécdota “La conferencia episcopal para semana santa, siempre saca un mensaje para los fieles, un mensaje que tiene que hablar de paz, hablar del conflicto, hablar de mil cosas, pero en ese año en particular el mensaje de los obispos fue: los homosexuales no son actos para adoptar, y eso por supuesto fue indignante… ¿pero cuál mensaje de amor, cual Jesucristo? cual nada con estos bandidos, diciendo bestialidades.
El mensaje de esa conferencia salió un sábado y la idea era que al día siguiente eso se iba a leer en todas las iglesias correspondientes del país, entonces del sábado en la mañana al domingo en la tarde ya habíamos montado lo que íbamos a hacer, fuimos a la catedral primada, a misa de domingo de 12:00 del mediodía, el domingo de ramos con esas camisetas puestas, con el compromiso absoluto de que los que íbamos a estar ahí fuéramos católicos, y no llevamos pancartas. Íbamos a estar en misa. Y fue muy fuerte el mensaje, fue muy poderoso”.
Elizabeth me comentó que, como consecuencia de esta manifestación silenciosa y pacífica pasaron dos cosas: la primera es que les dieron la comunión a todos, no hubo manifestaciones hostiles por parte de los feligreses. Aunque Elizabeth si recuerda haber estado muy asustada, porque era en plena misa de domingo de ramos, y cualquier cosa podía pasar. Además, que el secretario de la conferencia episcopal, era quien iba a oficiar la misa. Y la segunda cosa que pasó es que al otro día, la conferencia episcopal lanzó un mensaje sobre el rompimiento del canal del Dique y ya no se pronunciaron más sobre la adopción para homosexuales”.
«Todo es posible en el país del sagrado corazón»
Le pregunto ¿Qué sintió cuando aprobaron el matrimonio igualitario? una alegría inmensa la invade y trata de describir con minucioso detalle los acontecimientos y sensaciones que trajo ese momento. “Ese día llore de la emoción” es lo primero que sale de su boca.
“Hablo del 10 de junio de 2011, afuera de la corte constitucional, duramos unas tres horas aguantando frío, esperando a que saliera la decisión de la sala plena. A pesar de que el comunicado era tan confuso, para mi, ahí, sin duda hubo un avance muy emocionante, yo lo entendí porque soy abogada, pero mucha de la gente que estaba se sintió muy indignada, pero yo lo entendí y lo agradecí mucho. Fue un avance muy significativo y sentí mucha alegría”.
Asustada se sintió el 20 de junio de 2013 cuando junto a Claudia y dos parejas más, fueron a radicar los documentos, “fue el día del miedo, del pánico” estaban expectantes a lo que iba a pasar, pero estaban seguras de que era un paso que tenían que dar para empezar a hacer el cambio. Finalmente, el 25 de septiembre del 2013 más que emocionada firmó el acta de matrimonio, volvió a llorar junto a su ya llamada legalmente esposa.
“fue un momento muy conmovedor, fue muy lindo” Aunque confiesa que pensó que se iba a demorar más el proceso “Yo ya me veía en la corte iberoamericana de derechos humanos o en un proceso que se iba a demorar de cinco a diez años. Sin ninguna duda fue una sorpresa que pasara tan rápido”.
“Ahora hay que esperar con qué sale la corte ahorita, pero yo veo muy difícil que anulen los matrimonios que ya están en firme”. Le pregunto inmediatamente después: ¿es posible? Elizabeth con un gesto amargo, y después de pasar un sorbo de té que estaba tomando, solo concluyo diciendo “Todo es posible en el país del sagrado corazón”.
¿Elizabeth usted cree que es posible cambiar el rumbo de la historia?
¿Por qué cree que para la sociedad es tan difícil entender la maternidad y una mujer lesbiana?
Parte de la sociedad cree que si un niño crece en un hogar donde hay dos figuras maternas o paternas, esto va a determinar su identidad sexual, frente a ello Elizabeth solo puede decir casi de forma inmediata: “no es cierto, si fuera cierto no existiríamos, la mayoría de los homosexuales provienen de familias heterosexuales, la homosexualidad no se aprende, la mayoría de estudios señalan lo mismo, la proporción de personas LGTBIQ son del 6 al 10% y es exactamente lo mismo en hogares homoparentales que en hogares heteroparentales”.
Entre los estudios realizados con el fin de determinar si la orientación sexual de un niño podía ser determinada por la orientación de sus padres, se encuentra entre los más importantes un estudio realizado en 1983 por Golombock, el cual después de repetidos experimentos concluyó que la orientación sexual de los padres y la de los hijos no se veían relacionadas:
“Golombock en 1983, estudió a 37 niños entre 5 y 17 años de edad hijos de madres lesbianas y 38 hijos de madres heterosexuales, de las mismas edades, a través de cuestionarios y entrevistas. Los resultados arrojaron que no había diferencias entre ambos grupos en su orientación sexual, género y rol de género.
El investigador en 1996 realizó uno de los más grandes estudios en este ámbito, de carácter longitudinal en hijos de madres lesbianas. 25 niños fueron entrevistados a la edad de nueve años y luego a los 24 años. Más del 90% eran heterosexuales. Baely llegó a la misma conclusión en el año 1995, en un estudio con 82 hijos de padres del mismo sexo. (Golomback, 1996)
Por otro lado, otro de los temas cuestionados por la sociedad, es que muchos personas aún creen que los niños criados en familias homoparentales van a ser abusados y maltratados por sus padres. Con lo cual Elizabeth más allá de no estar de acuerdo, se siente indignada.
“Tienen que tener muy rayada la mente los que piensan que uno tiene hijos para eso, Esto lo hacen los heterosexuales según las estadísticas y ni así nosotros pensamos en que todos los heterosexuales lo hacen” La sola afirmación es una fuente de discriminación muy clara que Elizabeth solo cree que puede provenir de una mente perversa. “¿A quién le cabe en la cabeza tener relaciones sexuales con sus hijos? a mí no me cabe en la cabeza” .
Otro estudio muestra cómo las habilidades parentales de homosexuales y lesbianas son exactamente las mismas que las de padres heterosexuales, lo que desmiente una vez más la anterior afirmación.
“Bigner, en 1989, estudió a 33 padres heterosexuales y 33 padres homosexuales a través del inventario de conducta parental de IOWA. Los resultados mostraron que los padres homosexuales eran más atentos a las necesidades de sus hijos y utilizaban más el reforzamiento que el castigo, siendo que los padres heterosexuales utilizaban más el castigo físico. Así mismo, Boss, en el año 2004, comparó a 100 madres heterosexuales con 100 madres lesbianas a través de cuestionarios y diarios de la vida diaria, resultando ambos grupos igualmente competentes” (Bigner, 1989)
De un tema pasamos a otro, y era necesario hablar del supuesto matoneo que los niños pueden sufrir, por la orientación sexual de los padres, sin embargo Elizabeth lo ve como un pretexto que usa la sociedad para discriminar “Es mejor que los homosexuales no tengan hijos, porque cuando vayan al colegio los van a molestar, es el mismo argumento que el que usaban cuando el matrimonio interracial: es mejor que no haya matrimonio interracial porque van a tener un color distinto y los van a rechazar. Y estamos hablando de hace 60 años”.
Elizabeth con una postura muy firme y segura de que la afirmación es bastante absurda, solo puede ver el matoneo como un problema que surge por muchas razones: “si es bajito, si es muy alto, porque es zurdo, porque tiene una mancha en la cara, porque es buen estudiante o es mal estudiante y eventualmente una referida a la orientación sexual de los padres” Pero la verdadera responsabilidad le corresponde es al sistema educativo, quien tiene que velar por el bienestar de los niños. “la respuesta no es sacar a los niños del sistema educativo, la respuesta tiene que ser: respetar todas las diferencias” .
Después de una larga conversación que duró más de una hora, Elizabeth concluyó que la crianza de una madre heterosexual y una madre lesbiana es igual, las problemáticas son las mismas y es muy poco lo que varía entre una y otra “Nosotras no somos marcianas, somos homosexuales”. Elizabeth es una mamá como cualquier otra, que se preocupa por su hijo, que lo acompaña y lo guía en todo lo que puede.
Elizabeth trata de que su vida transcurra en completa normalidad, sale a la calle de la mano de su esposa y nunca ha recibido discriminación, sin embargo, hay ciudades del país en las que prefiere ahorrarse las manifestaciones de afecto, debido a noticias que se escuchan por parte de otras personas que han sufrido la discriminació en carne propia.
Por último, Elizabeth espera que en Colombia los derechos que ya están escritos se vuelvan reales, hay mucho trabajo por hacer aún, “Falta que las aseguradoras no le pongan pereque a la gente que dice: se murió mi pareja y yo soy el sobreviviente, págueme el seguro de vida a mí, que el sistema de salud atienda adecuadamente a todas las personas lesbianas gais, bisexuales y trans, que el sistema educativo de verdad garantice acceso a las personas de la comunidad LGTBI”.
No hay otra forma de describir a Elizabeth que por sus propias palabras, su arma más poderosa es el discurso en el que se mueve todos los días, un discurso de igualdad y respeto. Su vida es una prolongada búsqueda de derechos y su objetivo más importante es promover el cambio.
Elizabeth Castillo es el reflejo vivo de que lo personal es político y que las luchas no se dan en un sólo terreno, sino que por el contrario, hay que trabajar en ellas día a día para generar cambio reales y más en un país como Colombia, en el que muchas veces, parece que mientras damos un paso hacía adelante, damos dos hacia atrás.